Texto: Ignacio Salvador

 

Genial

La pasada Semana Santa realizábamos la excursión «El desierto de los niños». Una iniciativa que ha superado con creces nuestras expectativas en todos los sentidos, pero sobre todo en la implicación que los niños tuvieron en todos los aspectos del viaje.

 

Todo comenzó como una idea cuando charlábamos, esperando el atardecer en las dunas del Erg Chebbi, durante el viaje a Marruecos de la Semana Santa de 2004. A ese viaje vinieron dos niños, Carlos y Macarena, que nos hicieron ver que los pequeños de la casa también pueden disfrutar, y mucho, de un viaje 4x4, si se hace con unas condiciones adecuadas. Dicho y hecho, nuestro viaje marroquí de finales de marzo dejaba de ser una excursión más, para convertirse en una cita diseñada para quienes querían viajar en familia al desierto, pero no se atrevían a hacerlo en un viaje convencional. La respuesta por parte de vosotros, los lectores, ha sido sensacional y el mismo día que se abría el plazo de inscripción, las plazas quedaban cubiertas.

 

La idea principal del viaje ha sido acercar la cultura y el paisaje de Marruecos a los más pequeños, en un viaje con etapas no demasiado largas, para no fatigar en exceso a los pequeños de la casa. El primer objetivo se ha cumplido con creces, ya que los niños han disfrutado como enanos, nunca mejor dicho, con todo lo que han hecho. El segundo sólo se cumplió en parte, y el próximo año habrá que recortar todavía más las etapas.

 

» Las escuelas

Otro de los objetivos del viaje era aportar algo a los niños que viven en Marruecos. Así, nos pusimos en contacto con Coca-Cola, con el objetivo de solicitar material para poder entregar en las escuelas de las poblaciones con menos medios del recorrido. La respuesta por parte de esta compañía fue sensacional. No sólo colaboraron con la donación de material escolar, si no que, además, pusieron a nuestra disposición un camión 4x4 para transportarlo. Dentro del camión, uno de los que hacen la asistencia del equipo del Dakar de Manolo Plaza, había, principalmente, material escolar. Se hicieron 2.000 mochilas en cuyo interior había un estuche con lápiz, goma y sacapuntas, un cuaderno, 12 ceras de colores, un bolígrafo y dos pequeños juguetes sin pilas. Además, en el camión se transportaron, para donar directamente a las escuelas, 10 pizarras con sus borradores, 500 tizas, 250 tazas y 200 balones de fútbol, estos últimos de Hyundai.

 

La idea era ir parando en las escuelas, donde nuestros niños verían cómo se estudia y se vive allí, se relacionasen con los chicos marroquíes y, luego, fuesen ellos quienes entregasen el material. La verdad es que esto último fue lo más sorprendente, pues sin tener que decir nada a nadie y sin tener que organizarlos, nuestros niños, desde los más pequeños hasta los más mayores, colaboraban con algo más que pasión en la descarga del camión cada vez que llegábamos a una escuela. Era sorprendente ver cómo corrían para ser el que más material entregaba, o verles esperar ansiosos al lado del camión para ser los que transportasen las pizarras.

 

La verdad es que cada entrega de material se convirtió en una pequeña fiesta, tanto para los que íbamos en el viaje, como para los niños de las escuelas. Hubo muchas anécdotas, pero una de las más curiosas fue la petición del maestro de la escuela de Ouzina. Él nos decía que nuestra acción no sólo era beneficiosa para los niños que van diariamente a la escuela. También lo es para el propio colegio, ya que si se corría la voz de que por ir a la escuela los niños podían recibir un regalo, irían un mayor número de niños. «Los próximos días los padres enviarán más niños a clase y eso es muy bueno», nos comentaba el maestro de la escuela de esta pequeña población.

 

La entrega más numerosa se hizo en la villa de Trafaout, de unos 8.000 habitantes y situada en ese límite entre Marruecos y Argelia que muchos mapas sitúan como Argelia, aunque en la práctica la población dependa de Marruecos, cuya bandera hondea en el patio de la escuela. Allí, con una chiquillería impresionante y con la ayuda de las autoridades locales para organizar la descarga, fue el punto donde mayor número de cosas se dejaron.

 

» El viaje

A primera hora de la mañana del sábado 19 de marzo nos dábamos cita en el puerto de Algeciras para cruzar el estrecho. La caravana, capitaneada por los cinco Hyundai Terracan de la organización, estaba compuesta por 25 vehículos todoterreno y un camión, en cuyo interior viajaban 91 personas, de las cuales 32 eran niños de edades comprendidas entre los 5 y los 14 años. Había también un buen número de «chicos» de entre 15 y 20 años (7) que acompañaban a sus padres, aunque a estos, por razones obvias, no los incluimos en la «categoría» de niños. El paso del estrecho no fue fácil, ya que el barco salió con dos horas de retraso y, además, el mar estaba picado, con lo que comenzamos la primera etapa, que finalizaba en Fez, con bastante retraso.

 

El segundo día comenzaba con una visita a la Medina de Fez, para luego tomar rumbo a Er-Rachidia, donde se pasaba la noche. Ese día a los chicos ya se les veía impacientes por lo que para ellos era el principal atractivo del viaje: ver las dunas del desierto.

 

Si en las dos primeras etapas sólo se había pisado asfalto, el tercer día comenzaban por fin las pistas, que nos llevarían hasta las dunas del Erg Chebbi. Primeros kilómetros en arena y primeros atascos, algo lógico si tenemos en cuenta que el 90% de quienes vinieron al viaje era la primera vez que pisaban el continente africano. Noche en un albergue junto a las dunas.

 

Cuarto día para realizar un jornada clásica, bordeando el Erg Chebbi. Cuanto más adentro más difícil, cuanto más fuera más sencillo. Mucha arena en un día muy entretenido.

 

El miércoles 23 abandonábamos el Erg Chebbi para dirigirnos a un albergue situado junto a la población de Ouzina, donde previamente habíamos parado en la escuela. Ese día se unían a la expedición dos personas más, Mohamed y Alí, dos hermanos que eran auténticos virtuosos del tambor y que nos acompañaron para tocar esa noche para los niños. Fue curioso que los hermanos, especialmente Alí (de risa fácil), se ganaron rápidamente la confianza de los niños y el día que nos despedimos de ellos algunos chavales se pusieron a llorar porque no iban a ver nunca más a Alí, al que también se le escapó alguna lagrimita.

 

El sexto día era de vuelta a las dunas de Merzouga, con parada intermedia en la villa de Trafaout. Un recorrido sencillo que se complicó más de lo previsto en una zona de arena blanda en las que se atascaron bastantes coches, incluido el camión, que se clavaba hasta los ejes intentando sacar a un coche.

 

El viernes, nueva jornada de carretera hasta Meknes, ya muy cerca del final del viaje, pues el día siguiente se comenzaba con una visita a las ruinas romanas de Volubilis, para después partir rumbo a Tánger para hacer el embarque de vuelta a la Península, eso sí, con un nuevo retraso en la salida de los barcos.

 

No queremos acabar este artículo sin dar las gracias a todos los que han hecho posible este proyecto. En primer lugar, desde Autoverde 4x4 queremos felicitar a los participantes, geniales todos y cada uno de ellos. Y como no, tenemos que agradecer la ayuda y el patrocinio de Hyundai, de Coca-Cola y del RACE.

 

El próximo año repetiremos la experiencia con un planteamiento muy mejorado (las sugerencias de los participantes de esta edición nos han ayudado muchísimo) y un cambio de recorrido en el que lo único seguro es que pasaremos un par de días en las dunas, que a la postre es lo que más les ha gustado a los niños: pasarse horas y horas rodando por la arena.

 

 

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