CRÓNICA
Viernes, 3 de diciembre de 2004.
Este año el grupo es un poco más extenso que el
del año pasado, en total 17 coches y 37 personas : Federico e Inma,
los organizadores; Raúl y Mª José y Carlos y Mª
Mar, adjuntos a la organización; Francisco y Toñi, , Francisco
y Mercedes, Roberto y Almudena, Francisco y Ángel, Alberto y Bárbara,
Antonio y Mª Luz, Eduardo y Mª Teresa, Pedro e Iván, Carlos
y Teresa, Óscar y Olga, Pedro y Lillian, José Mª y Marta,
Francisco y sus dos hijos, Ana y Francisco Javier; y nosotros : Vicente
y Victoria, este año acompañados por nuestras hijas Patricia
y Silvia. De los participantes en la primera travesía a Marruecos
de Toyota Kobe Motor sólo han faltado Alberto y Concha, que no pueden
hacer el viaje porque ahora tienen un pequeño agregado(a), que no
ha querido esperar a que sus padres vuelvan del viaje para hacer acto de
presencia.
Sábado, 4 de diciembre.
Cuando salimos del hotel nos dirigimos hasta Tetuán y desde allí nos vamos adentrando en el interior de Marruecos, cruzando las montañas del Rift por unas carreteras bastantes estrechas, sinuosas y, que debido a la lluvia, tienen el firme muy deslizante. El paisaje no es el que en principio cabe imaginar para Marruecos, ya que es muy verde, lo que le hace muy similar al del norte de España. Hemos observado algo muy curioso, se ven multitud de niños, algunos de ellos muy pequeños, que van andando solos por la carretera, algo que resulta muy sorprendente, ya que no podemos imaginar esa misma situación en las carreteras españolas. Después de pasar por paisajes de montaña el terreno se va haciendo cada vez más llano y poco después del medio día llegamos a Fes, ciudad bastante grande en donde hemos encontrado un guía para dar una vuelta por la medina. Estos curiosos personajes se desplazan en ciclomotor por las carreteras de entrada a la ciudad y van a la caza y captura de los turistas ofreciéndoles sus servicios como “guías de turismo”. Cuando se ha llegado a un acuerdo con respecto al precio que se les va a pagar por sus servicios, dejamos los coches en un aparcamiento “vigilado” por otro individuo, al que también se le paga para que los cuide. ¡Aquí cada uno se busca la vida como puede!.
Continuamos el camino todavía lloviendo y paramos a repostar en Ifrane, pueblo que más parece ser centroeuropeo que del norte de África, ya que sus edificaciones son más típicas del paisaje alpino que del marroquí. Proseguimos camino y empezamos a atravesar un impresionante bosque de cedros que, teóricamente, es un espacio natural protegido, pero en el que no dejan de hacerse talas ilegales. Además, y según las explicaciones de Inma del año pasado, es aquí donde existe la única colonia de monos que hay en territorio marroquí. Es paisaje es sobrecogedor, es una grandísima llanura a gran altura, que oscila entre los 1.800 y 2.000 metros de altitud, en la que se ven superficies nevadas, aunque no hay tanta nieve como el año pasado, que no dejamos de verla durante más de cien kilómetros. Más tarde comenzamos la bajada, ahora llena de curvas, para ir acercándonos a Midelt, para después, y atravesando el Alto Atlas, ir acercándonos hasta Er Rachidia, final de nuestra etapa del día de hoy. Es una lástima que, debido a que ya ha anochecido, no podamos ver el espléndido paisaje de “les gorges du Ziz”, cañón por el que discurre el río, que baja entre tierras pedregosas, pero que en sus orillas crecen multitud de palmeras y hay mucha vegetación. Sobre las 19 h llegamos al hotel en Er Rachidia, ciudad bastante grande pero que no parece tener mucho encanto. Domingo, 5 de diciembre de 2004.
Cuando salimos de Er Rachidia, a la derecha de la carretera, se extiende un oasis de gran extensión situado dentro del cañón que hace el rio Ziz, en un paisaje que, y sobre todo debido a la luz de primera hora de la mañana, parece que ha sido sacado de una postal.
Este año como el grupo es muy numeroso, y con el objeto de agilizar la marcha, se han hecho tres equipos, cada uno de ellos con un jefe: Raúl en el grupo 1, Carlos en el grupo 2 y Federico en el grupo 3. Comenzamos por los cinco primeros kilómetros de pista por la que circulamos el año pasado, pero que pronto abandonamos para poder llegar cuanto antes a las dunas de Erg Chebbi y poder disfrutar el mayor tiempo posible de la conducción por dunas. Es también en esta pista en donde aparecen los primeros niños a los que entregamos los regalos y donde también aparecen las primeras lágrimas de algunos de nosotros, como Bárbara o Mª Mar, quienes, a pesar de lo que les habíamos contado, no podían imaginarse la sonrisa en la cara de los niños después de recibir los regalos. A primera hora del día el tiempo ha sido bastante bueno, pero a medida que nos vamos acercando a las dunas el cielo se está nublando y amenaza lluvia. Antes de comenzar a circular por las dunas se hace necesario desinflar los neumáticos para que las ruedas tengan una mayor superficie de rodadura y sea más fácil circular por la arena. Curiosamente al poco tiempo de empezar a andar por las dunas comienza a llover, ¡es increíble, estamos en el desierto y no para de llover!. El paisaje con la lluvia en las dunas, aunque curioso, queda un poco deslucido, ya que este mismo lugar con sol ofrece un bello contraste entre el azul del cielo y el color de la arena.
Lunes, 6 de diciembre de 2004.
Poco antes de llegar al palmeral de Tagounite, en el paso de un pueblo y coincidiendo con la salida de niños de la escuela, algunos de ellos, enfadados porque no nos hemos detenido, han empezado a tirar piedras a los coches, con tan buena puntería (mala para nosotros) que han roto la luna trasera del coche de Fran Cubo. A la salida del pueblo hemos parado y con cinta adhesiva se han sujetado provisionalmente los cristales para que no se cayeran, aunque en el hotel más tarde se sujetarán con cinta americana que, al tener el mismo color que el coche, le da un aspecto de coche de carreras.
Martes 7 de diciembre de 2004.
Ya al atardecer hemos entrado en el lago Iriki, en donde este año ha habido que circular más despacio que el año pasado, ya que el sol nos daba en los ojos y la visibilidad era bastante escasa.
Finalmente y con noche cerrada hemos llegado a la carretera y continuado camino hasta el hotel Relais de Sables en Tata, en donde hemos pasado la noche. |
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