.....:: El beduino y la rosa del Desierto ::......

 

Os voy a relatar a continuación lo que le ocurrió a una niña que se encontraba en un viaje llamado "El Desierto de los niños"

 

Un día, que se encontraban haciendo una de las rutas programadas, la niña subió hasta lo mas alto de la "Gran Duna", para observar el paisaje desde aquella altura, pero cuál fue su sorpresa cuando observó a un beduino sentado y mirándola fijamente. Fue tanta la curiosidad de la niña que se acercó hasta él, y se quedaron mirando mutuamente hasta que el beduino le dijo: "¿Quieres sentarte a mi lado? Desde aquí verás mejor este maravilloso mar de dunas"

 

Entonces la niña se sentó a su lado y el beduino le empezó a contar una historia sobre una rosa del desierto muy especial: "Hace muchos años se acercó a mí un comerciante, el cual tenía una pequeña y estropeada rosa del desierto, que aunque él aseguraba que era especial, no conseguía venderla debido a su aspecto, por lo que decidí comprársela por muy poco dinero. El comerciante me aseguró que esa piedra era especial, ya que le concedería un deseo, y que sabría que se cumpliría cuando la rosa se deshiciese en mi mano"

 

Nada más comprar la rosa, el beduino comenzó a pedir su deseo, tener tanto oro, que le convirtiera en el hombre más rico de su cuidad, pero pasaron los días, los meses, los años y su deseo no se cumplía, y poco a apoco se fue haciendo más pobre, porque abandonó su trabajo y su familia por su empeño de conseguir el deseo.

 

Entonces, el beduino, viendo que la rosa no le había servido para nada, decidió regalársela a la niña, para ver si ella tenía más suerte. "Toma pequeña niña, te regalo esta rosa para ver si tú tienes más suerte que yo y consigues la riqueza y el oro que yo no he sido capaz de conseguir durante toda mi vida"

 

La niña tomó la piedra y después de quedarse pensando unos minutos le respondió al beduino

 

"Creo que ya tengo claro cuál va a ser mi deseo y precisamente no será ni oro, ni piedras preciosas, ni ningún tipo de riquezas de ese tipo, porque lo que verdaderamente deseo, es poder seguir viniendo con mis padres, y después con mis hijos, todos los años de mi vida al desierto, para poder seguir ayudando a todos estos niños, abriendo escuelas nuevas, aportando material escolar, ropa y todas las cosas que ellos puedan necesitar"

 

Y en ese momento, algo curioso ocurrió, la pequeña y fea rosa del desierto, empezó a deshacerse en la mano de la niña, los dos se miraron, sonrieron y se dieron un abrazo.

 

Paula Izquierdo - 11 años -

 

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